lunes, 16 de enero de 2012

Yo me acuerdo de... Prólogo

[Nota: Escribí este microrrelato con diecisiete años y desde entonces le tengo un cariño especial. Quedó finalista del I Premio Algazara de Microrrelatos y fue publicado en marzo de 2009 en la antología "Cuentos para sonreír" de la Editorial Hipálage.]


Nadie sabe cómo mueren los libros viejos. Hasta que mueren. Beatriz lo supo cuando viajaba en el subterráneo. Pasó de página, y el crujiente libro, gastado de miradas, se volatilizó en polvo.

Beatriz mira alrededor: una procesión de parroquianos abonados a la hora lúgubre de la mañana, desdibujados por el sueño, en un silencio sin alma. Su mirada se encuentra con un chico, que la mira. El tren grita como una sirena enjaulada.

Estación. El chico sale corriendo. Y ella tras él. Intuye su cabeza entre el mar de cráneos, sube las escaleras mecánicas, llega a la salida, empuja la pesada puerta. El aire escarchado del invierno le golpea en la cara.

Y allí está él, frente a ella. Se miran, respiran el aire que les cristaliza los pulmones. Su aliento forma vaharadas como sábanas blancas. Se miran.

Y yo, el libro que ya no es libro, que no soy nada, recuerdo (como todo muerto) mi frase postrera, la que leyó Beatriz tras pasar la página, mi epílogo:

Te está mirando.

1 comentario:

  1. Me cuesta un poco entenderlo; tenía que leerlo varias veces hasta entenderlo de verdad. Ya sabes...
    Gracias, me alegró el día!

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