Antológica escena de una de las mejores películas del Woody Allen maduro, antes de que la hiperactividad le llevara a hacer anuncios turísticos de calidad, a veces con más acierto, encanto y enjundia (Medianoche en París, y eso sólo para los enamorados de esa ciudad como yo) o topicazos cercanos a la vergüenza ajena (Vicky Cristina Barcelona). En el caso de este último, gustó mucho fuera de España mientras aquí nos veíamos reducidos al tópico. Conocí a muchos italianos a los que les gustó y no entendían mis críticas por sus uso de los personajes estereotipados (que siendo tan genial guionista como Allen, es una cosa triste de reconocer). Parece que con su próxima "A Roma con amor", los italianos entenderán la reacción de los españoles cuando Woody decidió pasearse por España. Eso sí, nos la veremos, vamos que si la veremos; como nos hemos visto todas las de este hombre. Aunque repita los mismos esquemas y los mismos personajes burgueses que, hastiados de su vida acomodada, se dan a la infidelidad o a la simple paja mental o, como en este caso, a la resolución de un asesinato.
Porque siempre esperamos que repita escenas geniales como esta que aquí traemos. Puro Allen explotando hasta el extremo su faceta más cómica e histriónica en ese personaje que se parece tanto a él mismo, y con esa pareja que lo fue en la vida real y que se llama Diane Keaton. Contiene además, una de sus frases más geniales.
Disfruten. Las risas están aseguradas.
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