Dirección: Nicolas Winding Refn.
País: USA.
Año: 2011.
Duración: 102 min.
Interpretación: Ryan Gosling(conductor), Carey Mulligan (Irene), Ron Perlman (Nino), Christina Hendricks (Blanche), Bryan Cranston (Shannon), Oscar Isaac (Standard), Albert Brooks (Bernie Rose).
Conocen el anuncio, todo el mundo lo conoce. El brazo más famoso de la historia de la televisión transmitiendo esa agradable sensación de libertad que todos hemos vivido alguna vez, sobre todo de niños, al ir en coche, sintiendo la velocidad del viento contra la piel. Y cómo sentimos que el viento nos empuja, y cómo oponemos resistencia, con deleite, disfrutando por la sensación de dejarnos llevar.
Al protagonista de esta película le pasa algo parecido, aunque no podríamos decir con certeza que le guste conducir. Conduce para sentirse libre. Libre de sí mismo, de un pasado que no conocemos, pero que intuimos lo bastante oscuro como para querer huir. Se trata de un conductor especialista de cine por el día y conductor para fugas por la noche. Pero no importa el trabajo que tenga que hacer porque él se siente siempre a gusto detrás del volante. Pero el mundo de este chico cambia el día que se encuentra con Irene.
Muy merecidamente ganadora del premio al mejor director en la pasada edición del festival de cine de Cannes, "Drive" es un film que, desde su mismo estreno está llamada a convertirse en una película de culto. Su magnífica dirección y la brillante labor de todo el elenco actoral, así como lo cuidado de su fotografía, la banda sonora de Cliff Martínez -acompañada por temazos como éste-, ese tempo narrativo frío y distante, aséptico en su presentación de una violencia sin medida (frialdad que hace recordar al también magnífico análisis desesperanzado sobre la oscuridad del alma humana que es "Animal Kingdom") hasta alcanzar niveles de tensión inigualables, para segundos después sorprender con un lirismo y delicadeza desarmantes y que, asombrosamente, no chirrían dentro del conjunto final sino que lo engrandecen, todo esto y más hacen que uno se olvide de que la película carece casi de argumento. Apenas hay diálogo en ella y lo demás es silencio. Pero el director no pretende tanto tener una buena historia como crear una atmósfera personal. Y a fe que lo consigue: "Drive" es una de las películas con más personalidad que se han visto últimamente. Una personalidad seductora que a la vez da un poco de miedo. Como el conductor interpretado magistralmente por Ryan Gosling, que apenas con su mirada está transmitiendo a la vez un aura de indefensión infantil y el desencanto vital de quien está cansado de ser quien es. Este mismo desamparo peligroso y entrañable transmite Carey Mulligan, otra actriz a la que se puede considerar entre los mejores intérpretes jóvenes de la actualidad. Ambos, además, son dos actores dúctiles, atractivos sin ser guapos, a los que ves capaces de interpretar casi cualquier papel.
Esta reinvención posmoderna del cine negro que es "Drive" está destinada a ser un clásico contemporáneo (sea lo que sea eso) e instantáneo. No tardaremos en ver habitaciones decoradas con el póster de la película, el dvd en las estanterías de los buenos cinéfilos y merchandising variado relacionado con ella (ya se ha desatado la fiebre por la chaqueta de satén blanco con el escorpión a la espalda disponible por 139 dólares). Es su carácter, como nos dice la archiconocida fábula del escorpión y la rana de Esopo que se nombra al final del film y que se puede escuchar en películas como "Juego de lágrimas" de Neil Jordan o, mucho antes, contada por Orson Welles en "Mr. Arkadin". La moraleja es que uno nunca deja de ser quien es y hará las cosas que su naturaleza le imponga, le guste o no, pues es su carácter. Podemos pensar que ésa es la moraleja de esta historia, pero también que, como en la vida, no hay moraleja ninguna.
En todo caso, hagamos como Welles, brindemos por el carácter.
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