Probablemente, la película más perroflauta de la Historia ("fricchettona" en italiano, quizá mi palabra favorita de ese idioma -quien me conoce lo sabe-), "La Belle Verte", que literalmente sería "La bella verde", y en español se tituló "Planeta libre" es un film de culto francés, una comedia amable y un poco tontorrona que apuesta por la ecología radical y la filosofía New Age como formas de vida.
Una película cuya crítica a la sociedad de consumo y al sistema político actual comparte no pocos puntos en común con el movimiento de los indignados y el 15-M, pero que puedo jurar que pocos de ellos conocen.
A pesar de lo interesante del planteamiento, las razones que esgrime son un poco vagas y bienintencionadas y en último término algo simplistas, quedándose muchas veces en la superficie, con tópicos ya trillados como "cualquier tiempo pasado fue mejor" y la mistificación del "buen salvaje". Aun así, invita a la reflexión y ofrece algunas escenas memorables como el concierto de música clásica reconvertido en poco menos que una boda gitana digna de un film de Kusturica; la tertulia política en la que el invitado, político de profesión, dice lo que realmente piensa: Que el desempleo se la sopla y todos los ciudadanos deberían comer mierda; o el impagable partido de fútbol convertido en un delirante espectáculo de ballet bajo los acordes de "El Danubio Azul" de Strauss, escena que viene a continuación.
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