Dirección: Joe Johnston
Año: 2009.
Duración: 104 min.Interpretación: Benicio del Toro (Lawrence Talbot), Anthony Hopkins (Sir John Talbot), Emily Blunt (Gwen Conliffe), Hugo Weaving (Abberline), Geraldine Chaplin (Maleva).
Año: 2009.
Duración: 104 min.Interpretación: Benicio del Toro (Lawrence Talbot), Anthony Hopkins (Sir John Talbot), Emily Blunt (Gwen Conliffe), Hugo Weaving (Abberline), Geraldine Chaplin (Maleva).
Dejémoslo claro: no me gustan las películas de monstruos. Y, sin embargo, esta nueva versión del clásico de la Universal me ha gustado, aun sin aportar nada nuevo al género, aun cuando intentan venderlo como una metáfora de la dualidad humana y del amor atormentado y romántico. No. Es una película a la antigua usanza, un homenaje a esas películas que en su más tierna infancia veían tanto el director como los productores, pero con más sangre, más dinero y casi un siglo de adelantos digitales y técnicos en lo que concierne a los efectos especiales y el maquillaje.
Con motivo de la desaparición de su hermano, Lawrence Talbot, un noble que vuelve a la casa familiar situada en el pequeño pueblo de Blackmoor, tras una infancia atormentada por el suicidio de su madre, se reencuentra con su padre, un hombre excéntrico que nunca le ha mostrado cariño. La prometida de su hermano, Gwen Conliffe, le pide que busque a su desaparecido amor, y así Talbot se entera de que alguien o algo brutalmente salvaje y con una insaciable sed de sangre ha matado a varios habitantes del pueblo y que un suspicaz inspector de Scotland Yard llamado Abberline ha venido a investigar los crímenes. Cuando Talbot empieza a reunir las piezas del sangriento rompecabezas, descubre que existe una antigua maldición que convierte a los hombres en lobos con la Luna llena.
Magníficamente ambientada en una Inglaterra victoriana y lóbrega, propia de Jack el Destripador, la historia discurre con fluidez y solvencia para entretener al espectador unos minutos ofreciéndole un divertimento inocuo, pero técnicamente elaborado en lo que concierne a las espectaculares transformaciones del protagonista cuando la luna llena le ilumina, auténticos momentos cumbre de la cinta. La calidad del elenco, con un improbable Benicio del Toro como lord inglés, pero entregado como licántropo, en duelo interpretativo con el siempre grande Anthony Hopkins ayudan a aportar algo de profundidad a una historia que pretende ser algo más, pero que prefiere quedarse en una muy digna revisión del mito cinematográfico, modernizándolo pero con la vista puesta en él, lo que le da un extraño encanto retro a la cinta.
Los espectadores no encontrarán una obra maestra del terror, pero ni los productores ni el director contaban con ello en mente: ellos sólo querían volver a ser esos niños que veían las películas de la Universal.
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