miércoles, 13 de junio de 2012

Yo me acuerdo de esa escena de... Soldados de Salamina (David Trueba, 2003)

    Esta vez, van a ser dos escenas a recordar de esta interesante película, merecedora de más reconocimientos de los que finalmente tuvo. 

  En ella encontramos una escena  que se cuenta entre las más recordadas del cine español de la pasada década, es un homenaje, en la figura de ese soldado casi niño que acaba salvando del fusilamiento a quien debía ser su enemigo, Rafael Sánchez Mazas, es un homenaje, decía, a esos buenos sentimientos que proclamó el director al describir el film: la película trata de la soledad, de la recuperación de las ganas de vivir y de los buenos sentimientos como razones para seguir viviendo. 

  
  Sin entrar en consideraciones políticas a las que este país siempre está dispuesto a agarrarse a la mínima con tal de partirse la cara, se trata de una buena escena y de una buena reivindicación. La de la luz, aunque sea mínima, en la oscuridad; la de las buenas acciones desinteresadas que no tienen mayores consecuencias, en mitad de una guerra atroz. Porque todas las guerras son una putada, una salvajada, a veces más para unos que para otros, es verdad, pero en todas las guerras se mata impunemente, porque en las guerras la gente se mata, como dice el personaje de Ariadna Gil a ese anciano interpretado por Joan Dalmau y que bien podría ser ese niño soldado, pues con su magnífico y conmovedor monólogo también nos da una razón para seguir viviendo.


  Por último, decir que la canción que canta el soldado y que se convierte en el tema principal de la banda sonora del film es el famoso pasodoble "Suspiros de España", versionado magníficamente por  Diego El Cigala, y que afianzó aún más su popularidad tras su maravilloso disco "Lágrimas negras". De este pasodoble, dijo el escritor Fernando Sánchez Dragó, que debería ser instaurado como himno español, propuesta a la que me uno.

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